martes, 30 de junio de 2015

Último martes de junio

Hoy es la última tarde de junio de 2015. Si miro atrás, este medio año que ha pasado ha sido enriquecedor y estimulante. Ha sido vivido con intensidad y como parte de un todo, que es mi vida. Hoy le decía a una persona, a una mujer: Cada vez quiero y deseo más la vida contemplativa, la vida de dentro, la interior, la que permite pensar, reflexionar y sentir y procesar lo vivido. Cada vez desprecio más esta sociedad en la que la gente somos un producto que trabaja ocho horas, gente que se ve a sí misma como un objeto, que trata a los demás como objeto que consume todo pensándose objeto y que muere sin haber vivido. Para hacer una revolución que valiera la pena, debería elinminarse el concepto mismo de trabajo tal y como lo entendemos hoy día, limitándose la productividad a lo esencial para vivir. Sólo así podríamos recuperar la lentitud, la densidad, la duración, la experiencia, el amor. El hombre - y la mujer - despojados de su humanidad, puestos a la altura de las máquinas, sólo pueden evolucionar hacia el caos. Como decía Octavio Paz, el amor y la poesía son altamente improductivos. Nada hay más revolucionario que reivindicarlos. Dejemos atrás el progreso y el retroceso, y vayamos al regreso, allí donde somos en nosotros mismos, nuestro lugar simbólico e imaginario.
Poema publicado en esta revista literaria que se elabora desde la Argentina. Los poemas traspasan el océano mediante el hilo virtual. Gracias a Norma Segades. http://gacetaliterariavirtual.blogspot.com.es/

Llego al horizonte

Llego al horizonte. Allí me miro, en ese mar de los Sargazos que me llena, en esa espuma verde con reflejos de sal, una sal ígnea y reluciente. Mi fuego brilla. Lanzo las piedras al estanque, y en las llamaradas hierve el agua entre tus ojos. Amor, soy peregrina en un desierto con volcanes dispuestos a nacer, y en esa muerte que avanza hasta su término, soy final y mensajera. Se abre ante mí una cama abrupta. En ella yazco con el agua. Me inunda mientras duermo, y me incita a renacer. Recoge el polvo estelar, y la ceniza, y amasa la derrota. Una mañana se abrirá el tiempo. Olerá a niño recién lavado, a brasa seca, a torrente de nubes que a lo lejos entonan un Réquiem por los muertos. Oh amor, si calcinada te podré seguir amando, ¿dónde caerá la lluvia en mi lugar?, ¿dónde incidirá la línea de la sombra? Te medito, y con un gran caparazón iluminas las hogueras que delatan su deseo de atravesar la tierra.

Amor, hay una vicisitud en el tiempo

Amor, hay una vicisitud en el tiempo que quiebra las murallas. Su germen aniquila, destruye las vivencias. El amor acontece, es rojo y tiene una pulsación enajenada. Los mares son rojos, y las olas van despacio. Son como una miniatura que desperdiga el agua entre flores escarlatas. Amor, dentro me vive un océano. Un océano lleno de cal y de cemento, un océano ígneo y tormentoso, que conoce los nombres de Dios, y en ese nombre rema por todas las constelaciones. Miles de pájaros comen del fuego. Sus picos reverberan. Sus alas se posan en la materia ardiente de la consolación, y queman el amor. Llueve lava desde el cielo. Mi corazón es de pirita. Contiene la llama desde la que habló Yavhé, y mi voz se eleva en los arenales estériles. La plata se derrite. Las estrellas lloran luz a la sombra de la luz, y son mutables, como el cuerpo de Dios que se me encarna entre los nidos de las mariposas.

Amor, me ciernen las palabras

Amor, me ciernen las palabras. Me salen como si la piel se me escamase y me doliese su fulgurar cansado, las luces con que entrego el mismo palpitar del dolor. La luna está llena y la veo oscura, latiendo en mis entrañas como un azabache envuelto en noche, tras perseguir el rastro que deja el negro corazón del silencio. Hay una hoguera donde arden los astros. El cielo vive en llamas. Todo se incendia, todo se vive entre cenizas. Salí a buscar a Prometeo para que apagase las antorchas, para que devolviese el fuego a esos dioses inclementes que nos sueñan desvalidos. Encontré un pozo donde el amor había caído, y era astuto. En sus profundidades ocultaba una bandada de cuervos, dispuestos a devorar la carroña del agua. Amor, entre las materializaciones se destruye, y como un obús que se dispara, explotan las minas y estallan las bombas que los ángeles siembran por nosotros.

lunes, 29 de junio de 2015

Amor, cómo anochezco.

Amor, cómo anochezco. Las jaulas del jardín están cerradas, y la noche cae en ellas, y las abre. Cuánto dolor pervive en los barrotes que la penumbra visitó, cuánto adolece la tiniebla. En ese mosaico oscuro, en esa tierra que arde, quemada por el sol, el agua se evapora en sus cimientos. El agua desheló su singladura y fluyó en los arrecifes. Se fue a ver pasar las rosas y cayó entre las simas que detuvieron su fulgor. Amor, la lluvia, ¿dónde está? Se ha detenido. Me llenó la casa de corales, madreselvas, mariposas, y me puso un tendal donde mis lágrimas se secaban. Necesito que vuelvas a llover. Que me diluvies. Amor, soy todo fuego. Una llama intolerable, un caminar ígneo, una lava que destruye lo que toca y que quema las huellas a su paso. Una ceniza devastada, una madre estéril, un sexo que me invade.

domingo, 28 de junio de 2015

Hay un dolor que invade el tiempo

Hay un dolor que invade el tiempo. Las horas lo visten, los años lo agasajan, y vive entre tumores. Me lo darás entre nardos marchitos, entre vísceras ocultas, entre la sangre invicta. Me lo darás. Yo lo cogeré con mis dedos tristes, y habrá un silencio que cubrirá tus lágrimas Amor, no te escondas de mí, no te abalances sobre el llanto a oscuras. Llora al sol, y que el sol pueda verte como el niño que todavía no sabía que los hombres no lloraban. Me das claveles mojados de una tierra húmeda. Amor, me das el mar a su paso por mi casa, cuando le veo allá en la lejanía y las olas caen a mis pies como aerolitos que alguien lanza reteniéndolos. En las aristas caben los temores. En los nudos se desenvuelven las cuerdas y con el filo de una espada puede cortarse la tristeza. Baja el telón, vienen los sueños. Entre nubes la lluvia se adormece y deja de llover. Sólo llega el rocío y el recuerdo del rocío, la frialdad de las mañana del invierno, el sudor que se agolpa en el verano, el esperma que se vierte por tus ojos.

Amor, cómo vive la memoria

Amor, cómo vive la memoria, cómo se mantiene. Cae un recuerdo como caen las alas de los pájaros, y como los pájaros vuelan en el corazón. Llevo la luna en mis raíces, y en sus ojos se despliegan los ojos de la escarcha. En ese agua lunar que me confluye vivo en mis adentros, y en erial donde a veces no llegan las gaviotas vivo y a veces me enamoro de su aridez. Hay aridez en el amor, una parte seca, dura y hosca, que se mantiene a ras de suelo cuando la piel se siente llena de caricias, cuando ha llovido y el sol cubre la tierra, y la envenena. Oh, amor, qué duros los topacios del jazmín, qué duros los pétalos que se convierten en labranza, cómo el arado los mezcla, los tritura, cómo se abastecen de desierto Cuando me seco se extiende una llanura. Sólo los ciempiés me sobreviven. Sólo las larvas subterráneas, sólo el agujero de los topos, que es cenit y madriguera. Soy fuente y espejismo de la fuente, manantial y piedra del manantial, agua que corre y lágrima cuando se mueven las arenas.

Amor, en tus manos bebo el agua.

Amor, en tus manos bebo el agua. Me sabe a piel, a cuerpo que me incita a ser quién soy, dedalera que derrama sus hojas fronterizas en la sal que se oculta debajo de las olas. En ti, guarecida por tus ojos, me entretengo a pensar la medianoche, como si la oscuridad fluyese entre las jarras y allí se pudiera contener, como si el amor se me sembrase y me diese la lana para cubrir el mismo invierno. Los caminos se abren, y son muchos. Hay una multitud de encrucijadas y en ellas salen muchas avenidas. Me das la libertad. La veo en tu mirada. Hay un caos que siempre sobrevive. Tiene su leyenda. De allí nacen las palabras, las caricias, la intensidad de una luz que todo lo construye, el impulso del sexo, todo el amor. Soplan los vientos frugales, se llevan la distancia. De repente estás, y eres, y siendo, soy, y también seré y he sido. El tiempo sólo es uno. No tiene marcas ni señales. Amanece entre las sombras, y dormita mientras tanto, como un Dios que tuviera pereza de sí mismo, y nos amara cuando duerme.

Música

Ayer estuve cenando con Cecilia. Subimos a la terraza de su casa al fresquito, cosa muy necesaria a finales de este mes de junio. Con bien poco se puede ser feliz. Compañía grata, conversación agradable y con contenido, y la guitarra. Cecilia me cantó los tres poemas que musicó de Luna Muerta. Ahora ya no, pero la primera vez que se los oí cantar casi me caen las lágrimas. Hay una simbiosis entre palabra y música. Por eso los sonetos quedan tan hermosos. Cada vez pienso más que la poesía vive para ser cantada, para estar acompañada con música, para crear música con las palabras. En sus inicios la poesía era acompañada por música o era cantada, y creo que eso debería recuperarse. El ritmo es la esencia de la poesía.

Amor, escondí los trapos de lavar,

Amor, escondí los trapos de lavar, las bayetas de la grasa, y las esponjas. Metí todo en un cajón de arce, para guardar el aroma que desprenden los desayunos junto a ti, esas gotas de leche derramadas, esas migas de pan y de bizcocho, el olor que deja la comida en los platos y en los vasos sucios, los restos de la vida que vivimos, los pecios cotidianos. Amor, amanece todas las mañanas y así seguirá siendo. Un día no amaneceremos, un día las gotas del aceite se quedarán en su botella, un día la sal se quedará en su recipiente, y el tomate quedará en el frigorífico. Pero alguien seguirá untando la mantequilla, alguien seguirá usando los condones, alguien se amará a sí mismo como yo te amo a ti, en mis reflejos. La cocina huele a luna. Esa luna casi llena que iluminó anoche la terraza, y que en el cielo luchaba contra la contaminación para alumbrarnos, que pudimos ver entre nubes tóxicas, cargadas de humedad que el calor ponía en nuestras manos.

viernes, 26 de junio de 2015

Amor, me pesan low canastos.

Amor, me pesan los canastos. Están áridos, llenos de arena, y sin el agua que se filtre en su raigambre. Sólo llevo desierto, sólo un roce que camina junto a mí, que me desliza en una rampa sin dirección y sin motivo. Se me cayó la luna entre los pies, y era un amasijo blanco. La cogí y quise llevarla al cielo nuevamente, subiendo por la misma oscuridad que me dejaba una cuerda negra. No lo conseguí. Era monstruoso tener la luna entre las manos. Me fui al barranco y la tiré. Cayó por el acantilado y desde allí se elevó hacia su lugar, y la luna volvió al cielo y todo fue como era anteriormente, todo volvió a su orden y a su ciclo, y el amor me dijo que actué con la inocencia de un niño cuando ríe. Mi cuerpo resplandecía. Al esperarte la arena se me cayó por las fisuras, y la luna desde arriba sentía gratitud por haber vuelto al firmamento desde donde vela asesinando el regreso de aquellos que marcharon perseguidos por sus fases.

jueves, 25 de junio de 2015

Me voy a las estepas

Me voy a las estepas. Quiero ir a dónde Atila mató la hierba, quiero ir a los desiertos donde llueve una vez por año, cubrirme de piedras, y enterrarme. Quiero que me busques y que me encuentres debajo de las dunas, debajo de la arena que me cubre y convierte mi piel en esa playa que languidece junto al mar. Soy un pez envuelto en tierra, una ola que dejó el océano y se derrama con su blanco en el mismo lecho de la luna. Soy un solo hemisferio, un solo ventrículo, un solo pezón amurallado. Me lapidé a mí misma en nombre del amor. Me lapidé con los escorpiones, con las rocas, con las ramas secas, con los rayos del sol. Me lapidé, y con los labios escarnecidos por el silencio esperé tus labios líquidos por el Norte a donde fuiste. Cuando llegaste, me viste debajo de los túmulos, en una tumba, donde el sarcófago se me comía, donde los cuervos revoloteaban su hambre en ese cielo que esperaba la derrota de mi soledad.

Amor, qué cosas me trajiste

Amor, qué cosas me trajiste. Cerezas para que pusiese aros con dos esferas rojas; romero para que perfumara mis axilas y mis ingles; velas para que me iluminaran los ojos; incienso para que me prendiese y soplar en sus cenizas la muerte del mundo. Me trajiste hojas, y en la mesa me las puse, hojas llenas de rumores del aire que las mecía con las ramas, verdes y espaciados, rumores rumores de alas y de aves que se comían las cerezas que me pusiste de pendientes. Amor, me trajiste la tristeza. Me trajiste lágrimas para llorar los cementerios donde viven los crepúsculos, me trajiste aromas que traías en las manos, me trajiste el sexo nuevamente, y entre las heladuras del pasado construiste nuestra casa con el follaje de la selva. Es selva que te vive y que a través de ti habito en el deshielo. Amor, me ofreciste el mundo, el que palpita entre mis pechos, el lugar sagrado donde el hombre es masculino.

miércoles, 24 de junio de 2015

Pasa el autobús

Pasa el autobús. Deja la gasolina como rastro entre líneas blancas y amarillas. Soy amarilla como la señal que se dibuja en esa acera en que espero a otro autobús, amarilla en este junio que se va a contar a otros nuestra historia. Este amarillo se me funde en los cabellos. Parece que lleve hojas de árbol en el pelo, una melena verde que desafía a los muertos. Amarillo es el silencio que te doy, que conquisto para ti. Amarilla es la sentencia del amor, que me envuelve los ovarios. Mi destino también es amarillo. En él las flores del verano son de arena, recogen el tono del desierto, y mis labios besan la mies y se apoderan del trigo. Cuando el sol decide renacernos en las bayas, cuando somos parte de la uva, cuando el aceite se nos pliega en la piel, y nos descubre, reconozco los ojos que tenías al ser niño, esos ojos en que la luminosidad se aparecía, esa corriente ignorada que subía entre tus piernas y que te llegaba a las ingles como un manantial dorado.

martes, 23 de junio de 2015

Se yerguen los caminos

Se yerguen los caminos. Avanzan cono respuestas a preguntas que nadie ha contestado, preguntas que nadie esperó que respondieran esos árboles erguidos, que resisten y que esperan la salida de las flores. El sol quema. Su fuego es árido y cae en el desierto como un carro que se desboca por los cielos. Tenochtitlán se funda en una piedra, en el lago de una isla y con un águila. Vendrán los aztecas y se comerán mi corazón. Vendrán de allá de dónde nadie vuelve, a dónde nadie regresa, y se quedarán en los alrededores de mi casa, guardando mis tesoros de arena, mis anillos de agua. Amor, en qué continentes orillados me devuelves a la tierra, me llenas de aire para azuzar el vuelo, me das una canoa para vestir mis alas con los troncos caídos, poderosos, de esos nopales que se encienden con el pico de los pájaros. Amor, qué lunas se esconden tras el sol con el cimiento de la espina, qué espinas oculto entre mis dedos que yo misma desconozco, y en mi ignorancia fluctúan y se desvanecen cuando lloro

lunes, 22 de junio de 2015

Amor, hay un desfiladero que lleva a la nostalgia

Amor, hay un desfiladero que lleva a la nostalgia, a esos días en que tus labios eran los besos que me dabas, esos besos que hoy son como el hálito de unos pájaros que emigran. Me besabas como si tu boca pasara a estar prohibida, como si mi boca desapareciese en algún tiempo, y con la lengua sellabas el silencio, con la lengua me lamías como si quisieras beberte el fluir de mis palabras. Querría que las bebieras, que te inundaras con mi amor, que mi amor llegase a ser el más profundo que habitó las estaciones, un amor acrisolado, que suspira con el polen y entre las abejas se clava a sí mismo el aguijón, porque el amor pica, y escuece y hace daño. Amor, estoy abajo, allí donde se estudian los ensueños, en ese sitio que es sagrado por amar. Abajo me encuentro con los fósiles, los que me dejaste como prenda, los que me diste para asegurarme que una noche volverías. Esa noche súbita, en ese instante en que la fugacidad quedará fijada en la memoria como un lápiz, como una acuarela que avanza hacia su extinción.

domingo, 21 de junio de 2015

Amor, qué altas las dunas...

Amor, qué altas las dunas con que el tiempo va minando mi reposo. Voy saliendo de los cauces que la vida me dio, y en las laderas del silencio busco esa paz que es preludio de la muerte. Amor, me basta con mirarte, tus ojos para mí son suficientes. Amor, esa nostalgia que petrifica el barro incide en el mundo, y de un sonido salen las flores de París. Amor, si me aparto de tus huellas viene el miedo con el que tiritan las estrellas. La luz puede acabarse, y su circular por la galaxia es efímero, como efímeras son las latitudes de los besos. Amor, qué espacios me das, y en esos lugares abro las ventanas para que las aves trinen en mis manos. Sé que la luz se desvanece, y siento en las lágrimas su retorno, cómo vuelve la sed que se aprisiona en los estanques y vuela hacia los cielos. Eres mi armonía, el sitio donde el orden se impone con las cosas, donde la palabra es nombre realmente y donde el sueño permanece siendo sueño. Amor, el mal existe, y en esa experiencia abrumadora los crisantemos son tan sólo flores.

Amor, las noches del verano

Amor, las noches del verano se amalgaman en una sola noche, respiran el sudor de tu cuerpo, y la humedad de la ausencia es una escarcha que viene del Ártico, y que allí no es rocío sino nieve. Nieva en verano el dolor del mundo. Es una nieve invisible la que se posa al lado del mar, en la misma playa, y toma el nombre de espuma. Es una nieve cálida, rodeada de sal, que llora sobre el agua. Amor, la noche se calla. De repente no hay voces, y en los carromatos que se detienen y duermen sólo hay silencio. Hay una madrugada intensa que es inhóspita. Nadie puede vivir en su oscuridad. Pero la noche es el umbral necesario para el nacimiento del día. Me agolpo en ti, y preciso mi cruzada. Cojo el estandarte y, valerosa como Eowyn, emprendo la guerra contra el mundo. Derribo molinos, ciego Polifemos, y convertida en cíclope lucho contra las horas oscuras con solamente un ojo.

viernes, 19 de junio de 2015

El todo por los cuernos

http://nosomosgenios.com/orel/ Un gran trabajo musical de Quique Culebras y Santi Palau con los poemas de Juan Carlos Elijas - el amigo Charli - que los amantes de la poesía y de la música experimental no deben perderse. EL TODO POR LOS CUERNOS es un gran trabajo y el cd se puede adquirir en la web que he compartido. Conforme más lo escuchas más bueno parece el conjunto entre la música de Santi Palau, la voz de Quique y los poemas de El Payaso. Enhorabuena a los tres y a seguir adelante. Mucho éxito. Os lo merecéis.

Abro la puerta

Abro la puerta y entra el amor como un bello dinosaurio. Entre los líquenes el día se amanece, y por las tardes espera la templanza de un sentir que acaba en el crepúsculo. Así es mi amor, en la hondura, en la lejanía de esos besos que convierten mis labios en áridos arenales donde el agua vive en lo profundo del desierto. El dolor está ahí, esperando en las esquinas. Cuando para el autobús, cuando un niño resbala y se hace daño, cuando cortan una flor para ponerla en una jarra, el amor llora. El amor desnuda cuando nace. Abandona los vestigios y vive con sus ciclos. El amor es una mariposa abandonada, un jardín escuálido, una tormenta sin lluvia que anuncia el aire y se disuelve. Todo se disuelve y en esa disolución, se hace eterno. Cómo brillan las lechuzas, cómo se sostienen, cómo desafían a la noche siendo noche, y suspendidas en las ramas nos ofrecen esos ojos ambarinos donde vive el fluir de los veranos que avanzan, como éste, hacia la muerte.

Amor, en la vida te rindes muchas veces

Amor, en la vida te rindes muchas veces. Los galápagos me visitan, vienen a buscarme y me incitan a seguir porfiando en el camino, en el amor, y en la lujuria de ese amor que me acontece. Cuando el árbol cae, otro árbol crece en su lugar. Cuando el ángel muere, sus destellos forman otro ángel, que siendo el mismo es diferente. Así la muerte nos vive cada noche cuando el sueño nos desvive, así actúa el dolor. El dolor es un plenilunio de una luna que decide suicidarse, matar las ingles donde nace el deseo de estar vivo, de amar y construir el amor con amor mismo. Amor, si se me seca el alma, si no hay lluvia que pueda atravesarme los castillos, ¿qué será de este amor que de ella se alimenta, que devora en su devenir la mirada de Dios? El aire necesita las raíces. Necesita arraigar entre sus sueños. Necesita imaginarse, y necesita lo real para no perder la perspectiva que lo incita a volar en las imágenes que quizá nunca sucedieron pero que pudieron ser posibles.

miércoles, 17 de junio de 2015

El aroma del tiempo II

Sigo con El aroma del tiempo: Al aroma de la tarde le sigue la fragancia del anochecer. Y la noche desprende su propio aroma. Estos aromas del tiempo no son narrativos, sino contemplativos. No se dividen en una sucesión. Más bien descansan en sí mismos. Cualquier espíritu que se vacíe de lo "inútil" tiene acceso a un tiempo bueno. Vaciar el espíritu, liberarlo de los deseos, da profundidad al tiempo. Y esta última vincula cada punto temporal con el Ser entero, con su aroma imperecedero. El deseo hace que el tiempo sea radicalmente efímero, empujando el espíritu hacia delante. Cuando se queda en reposo, cuando se recoge en sí mismo, pasa el tiempo bueno. Esto afirma Byung-Chul Han en el capítulo Reloj aromático: un breve excurso en la antigua China. Para mí es una visión certera aunque como todo no hay que tomarla literalmente. Una vida que sólo sea contemplativa es - para mí - una vida incompleta. El deseo es necesario, es impulsor de vida, aunque cuando está enfermo es impulsor de muerte. Pero como con todo, no hay cara sin cruz. Pero las épocas de recogimiento y de contemplación también son necesarias. El deseo y la quietud son complementarios, no paradójicos. Si sólo hubiera deseo no habría corazón que lo soportara. Si no existiera el deseo, el sentido de la vida desaparecería, y para aquellas personas que lo necesitamos la vida se convertiría en algo absurdo. Necesitamos caminar y reposar. Eso lo hacían los antiguos peregrinos: había un tiempo para el camino y un tiempo para el reposo y el tiempo del reposo era necesario para poder emprender nuevamente el camino. Lo "inútil" curiosamente es todo aquello que consideramos "necesario". La vida práctica es la vida inútil. Gloriosa visión, maravfillosa. Un manifiesto totalmente contrario al utilitarismo. No el trabajo, entendido como ocupación que nos permite mantenernos, pero siempre en un contexto plenamente humano. Sigo con el libro, en el siguiente capítulo titulado La danza del mundo: Ya no queda ningún espacio sagrado del cual no des-alejarse, es decir, espacios a cuya esencia pertenece un estar desocupados. Los espacios con aroma escatiman su aparición. ... Está invocando a lo "esencial de la existencia", que "no puede forzarse con ninguna actividad ni ninguna precipitación". La existencia "propia" es "lenta". El camino de campo no se apresura hacia una meta. Más bien descansa en sí mismo, contemplativo. Ilustra una vía contemplativa. Está habitado por un recogimiento. No sigue un transcurso, sino que se demora. Proporciona una duración al tiempo del trabajo. Como lugar de demora contemplativa simboliza un habitar que no necesita una meta, ninguna finalidad, que se las arregla sin teología ni teleología alguna. Pienso: ¿es posible una vida sin finalidad? Momentos sin finalidad, sí. Además son necesarios. Pero no una vida entera. La vida es caminar y la meta, de haberla, es la muerte. La verdadera meta que nos espera a todos. Pienso que espacios y tiempos de recogimiento y contemplación son necesarios, pero no una vida entera dedicada a ellos.

Reflexión sobre El aroma del tiempo

Reflexión sobre el apunte de ayer. Las personas no podemos vivir en el absurdo. La vida nos tiene que tener un sentido. El absurdo puede ser utilizado por el arte, pero los seres humanos no podemos vivir en un dadá permanente, porque si no estamos abocados al suicidio o a la locura. Nuestra novela vital, nuestra película personal debe tener un argumento, el que nosotros queramos darle desde nuestra libertad condicionada por tantas cosas. No todo lo que trajo la modernidad es negativo. Trajo la libertad, y con ella trajo la angustia, la responsabilidad y el poder sobre la propia vida. Introdujo la incertidumbre, que no es negativa como pensamos sino positiva, porque toda vida verdadera se basa en la incertidumbre. No hay nada seguro y con eso es difícil vivir, pero cuando la seguridad está dentro de nosotros mismos no es necesario que también esté fuera. Una respuesta a la inseguridad permanente de toda vida es la fe, la confianza en la vida, en las personas que queremos y en nosotros mismos. Una fe que no tiene porqué ser religiosa, aunque si lo es también eso significa que nunca estamos solos en la vida. La vida nos es y nosotros somos en ella. En la vida nos construimos con nuestras experiencias, con nuestros sentimientos y pensamientos, con nuestras circunstancias, con nuestras reacciones frente a ellas. Cada palabra, cada acto tiene una consecuencia en nuestro interior. Si despojamos la vida del sentido que le quiera dar cada cual, si la convertimos en un vacío enorme, si es un hueco sin contenido, estaremos abocados a querer vivir cada instante de tal manera que llene ese vacío, así esos instantes tiene que ser muy fuertes, muy duros, muy potentes, para llegar a colmar esa angustia vital ante la muerte. Y deben sucederse constantemente unos a otros. Sólo cuando la vida tiene un sentido pueden vivirse los ciclos. El ciclo de despertar con el sol, de estar con uno mismo unos momentos, de dedicarnos a nuestras ocupaciones - que nos deben gustar, si no amar -, dedicarnos a la familia, a las amistades, a nuestras aficiones, gustos, hobbvys o pasiones y de poner el corazón en todas aquellas cosas que hagamos y que nos construyen, pensar, reflexionar para sentir con intensidad el canto de un pájaro o el color del cielo. Y así como a cada día le llega su final, su noche, a cada vida le llega la muerte, porque todo camino tiene un final, y por eso la muerte es hermosa, porque sin ella el camino no existiría. Quizá deberíamos volver a ser peregrinos y disfrutar caminando. Tenemos los ojos puestos en la meta, y no nos damos cuenta de la importancia del camino. He vivido los últimos cinco meses con una intensidad brutal. Y ahora me viene una gran necesidad de recogimiento. De lectura, de escritura - que no abandoné -, de estar conmigo misma, de volver a quedar a tomar café, de contemplación, de ver y sentir cómo todo ha incidido dentro de mí y me ha transformado, pues la vida nos va cambiando a medida que la vivimos. Necesito integrar las experiencias dentro de mí, no a través de mí. No que pasen y a por otras, no, sino vivirlas y sentirlas como grandes experiencias vitales y asimilarlas. Eso no significa detener la vida, sino detener los acontecimientos, vivir los intervalos, los intermedios, los umbrales. Esos días en los que sucede poco y que por eso mismo nos permiten comprender la vida y a nosotros mismos, porque cumplen la función de integrar nuestras experiencias, pensamientos y sentimientos. Y así podemos integrarnos a nosotros mismos. Contemplar no quiere decir ser un mero espectador, signirfica ver, mirar en y dentro de las cosas, llegar a su esencia verdadera de verdad y belleza. Ver la belleza donde se supone que no la hay, donde nos han dicho que vive la fealdad. Ver la belleza en un cuerpo gordo y viejo, verla entre el asfalto, entre la mierda... Si la belleza está en nosotros, en nuestra alma, podremos verla en los entornos más sórdidos. El contenido nos da forma, nos da motivos, nos da deseos. Eso confluye en la acción meditada, reflexiva. Eso nos lleva a plasmar en la realidad nuestra querencia. Eso diluye en la práctica la aparente dicotomía entre realidad y deseo. No podemos adaptar la realidad a nuestro deseo, pero sí adaptar nuestro deseo a la realidad. Ese por lo menos ha sido mi camino.

El aroma de3l tiempo I

Hace ya un tiempo descubrí que la historia - y con ella la vida - no es lineal, como la contaba la modernidad, sino cíclica, y que sigue las leyes del eterno retorno. La historia - y también la vida - no es una línea recta hacia el progreso, sino un ciclo vital, con sus estaciones de primavera, verano, otoño e invierno que se van repitiendo en el transcurso de nuestros días, e incluso a veces aparecen las estaciones en el transcurso de una misma jornada. Así, esa teoría "progresista" es falsa, como tantas cosas que se nos dicen. Ahora esa línea recta temporal se ha roto pero no para volver a los ciclos naturales y humanos sino para ir todavía a peor. Se ha sustituído la historia y la narratividad de la vida por un presente discontinuo lleno de vivencias fragmentadas que da lugar al absurdo, a la carencia de sentido vital. Ese querer vivir deprisa e intensamente en el presente, sin la existencia del pasado ni del futuro, ese aquí y ahora que borra los intervalos y los umbrales necesarios, los intermedios entre vivencia y vivencia. Esa desaparición de límites que anula la libertad, y con ella los vínculos y los compromisos verdaderos. Voy a copiar unos párrafos que me parecen geniales de El aroma del tiempo. Sólo las relaciones de afinidad, amistad o familia hacen que las cosas sean verdaderas. La verdad es lo opuesto de la mera sucesión fortuita. Implica un vínculo, una relación y una proximidad. Solo las relaciones intensivas hacen que las cosas sean reales. Lo que llamamos la realidad es cierta relación entre esas sensaciones y esos recuerdos que nos circundan simultáneamente - relación que suprime una simple relación cinematográfica - (...) relación única que el escritor debe encontrar para encadenar para siempre en su frase los dos términos diferentes. En este sentido, la construcción de metáforas también se presenta como una práctica de la verdad, al tejer una red rica en relaciones, al poner en descubierto la manera de relacionarse y de comunicarse entre las cosas. Contrarresta la atomización del Ser. Es una práctica temporal que opone, frente a la veloz sucesión de acontecimientos aislados, la duración, la fidelidad de una relación. Las metáforas son el aroma que desprenden las cosas cuando entablan amistad. ... La época de las prisas, su sucesión "cinematográfica" de presentes puntuales, no tiene ningún acceso a lo bello o lo verdadero. Sólo cuando uno se detiene a contemplar, desde el recogimiento estético, las cosas revelan su belleza, su esencia aromática. Se compone de sedimentos temporales que fosforecen. Mañana me gustaría hacer una reflexión reposada de esta lectura.

Ya no amanece más

Ya no amanece más para los muertos. Las sendas del campo santo están cerradas. Ya no cabe la desesperación. Se fue en silencio y se ahorcó en su celda. ¿Cómo podemos resistir frente al dolor? Fóllame ahora que el negro ha visitado la avenida donde planto flores, donde cosecho besos, donde la esperanza está sembrada y da sus frutos en invierno. Fóllame contra el dolor, contra la angustia, fóllame contra el infierno encerrado en cuatro muros, asesina la muerte que hay en mí, destrúyela con tu sangre y con la mía. Dame agua, amor. Quiero beber del manantial eterno donde nace. Ansío el parto, cuando esas aguas se rompen y el origen posee todas las potencialidades, todas las posibilidades que da el tiempo que termina. En esta escala en que lo oscuro me ensordece, y me hallo temblando frente al mundo, sé que el amor me escucha, sé que la luz blanca me retiene, y aunque a veces no comprendo sus señales, sé que vino a despedirse.

A lo largo de las piedras

A lo largo de las piedras el humo canta por los muertos. Es un humo gris, que huele a la ceniza, el humo de los crematorios, el humo que vuelve a la tierra en que nació y que no se propaga por el cielo. Es el humo de los que perdieron la vida en el camino y que el camino derrotó, donde no había lugar para el amor, o éste era pequeño y ahora el Réquiem suena contra el humo que barre por el suelo. Amor, te quiero fuera de ese humo que impide la transparencia, te quiero en mí, dentro de este amor que amalgama el deseo con la furia vital y luminosa, apasionada, de la hierba por crecer. No cruces la distancia oscura hasta el dolor, hasta ese punto en que el negro lo viste todo con su toga, con su sombrero y con un poncho que cae por la espalda, y ras del barro se construye como un Pigmalión, y se suicida. Entre mis muslos encontrarás otra negrura, la que permite el paso de la luz, la que se encarna en el rojo de mis labios, la que nace del coño y da nombre a todos los nacimientos.

martes, 16 de junio de 2015

La libreta

Esta es la hermosa libreta que me regalaron los chicos del taller, que encuadernó y me entregó Fernando en nombre de todos. Anabel estaba en el secreto y nada me dijo. Fue una hermosa sopresa. Ahora su valor es incalculable. La utilizo para apuntar las cosas importantes que leo, extractos de libros, libros que me sugieren, amor y poesía.

Amor, me enmudecen las estrellas.

Amor, me enmudecen las estrellas. Las veo morir entre canastos, las veo diluirse en el vómito del cielo, cuando parece que la negrura vencerá, y que la luz será crucificada. La desolación es como un campo abandonado, un germinar vacío, una cosecha baldía. El secano estéril es profundo, como la hondura del dolor y de las lágrimas. Siento la sangre en la mañana, siento cómo las gaviotas dejan en el jardín las espinas de los peces y la sal que respiraban, siento como un sótano se abre en mí, y mi carne es poso de la amargura que deja el dolor cuando el fin es irreparable. Amor, circúndame. Dime que en tus párpados todavía hay una esperanza, que tras la negrura el hálito invisible que los pájaros llevan en la boca puede llegar hasta mi cuerpo, y puede hacerlo sangrar porque está vivo. En tus labios brillará el vuelo de las aves, y palmípeda me encontraré, y en ese embalse de agua evaporada crecerá el rocío de mi llanto. ´

Amor, qué encrespados los caminos.

Amor, qué encrespados los caminos. Hoy, que las lágrimas vienen a buscarme, siento en los ojos tu partida, y en esa distancia que me existe, que se me incrusta y me derrama, me quiero envolver de besos y de olores que me recuerden las huellas del amor. El amor tiene huellas, las que dejaste en mi cuerpo abandonado, como una oración en un templo impío. Soy la llorona, la que se come los cristales, la que devora las sombras, la que reta lo oscuro, y vence. Amor, qué encrespados los caminos, los acantilados de la muerte. Fulguran su oscuridad y en su centro se coronan de blasfemia. Sacrílega, quiero untar mis manos con la mierda, quiero perderme entre el estiércol, anhelo esa suciedad en el extremo de una nada que engulle la materia. Amor, qué encrespados los caminos de la muerte.

lunes, 15 de junio de 2015

Para Fernando, In Memoriam:

Las aguas se vaciaron y se volvieron negras. Vino el silencio y entró sin llamar a la puerta, entró por la ventana del dolor, y se asfixió en los cristales de la pérdida. Muerte, te enamoraste. Era tan bello que lo quisiste para ti, para quedarte su hermosura. Te lo llevaste, y su alma traspasó los muros y las rejas, y ante Dios habló y Dios supo que en ella se encarnaba la blancura, que en ella vivía todo el mar, Y así Él le concedió un océano. Lo que la vida le negó Tú se lo diste: el alma de las rosas, el agua de los nenúfares, la llama que se esconde entre los dedos y que quema sólo en la medida que respira, y en ese fuego sagrado se quema el amor, y a sí mismo se eterniza. Hay pétalos en la comisura de los ojos. Las flores se arrugan y salen con las lágrimas. Lloro las flores que veía en ti, las que te salían en los versos, las que inundabas con tus ojos en esa luz que te envolvía y a la que quisiste ir, y te marchaste sin una despedida, sin un adiós que sosegara ese momento. Eras auténtico en un mundo de oropeles, donde los pedestales son ocupados por idiotas, y esa autenticidad que en la sangre te nacía la volcabas en palabras bellas. En tus ojos se podía entrever aquel que habrías sido en un mundo menos cruel, aquel que yo veía luchar entre los mares de la desesperación, aquel que podía haber mirado a los lados y ver que más allá de la pared había una salida. Fernando, amigo, a veces el dolor es una dinamita que estalla el corazón, y sube por las venas. La mente se inunda y si la esperanza es como un gran pájaro negro, come oscuridad y duerme en nidos negros, lo insoportable se sienta y acostándose se abraza, y su beso es el beso del perro que custodia los infiernos. Fernando, cuánta gente dijo ya no más, y como en prosa se diría: “hasta aquí hemos llegado”. Porque a veces la destrucción es lo único y ella sola permanece. Besaste a la muerte, la llamaste, y ella vino, y te llamó. Nos dejaste tu recuerdo, nos dejaste las cenizas de quién fuiste y dejaste también una estrella en cada arteria que cruza nuestro cuerpo, una estrella que en la profunda noche de la desolación nos cuenta que una vez estuviste vivo y amaste esa luz en que disolviste tu presencia.

En el taller de la cárcel de Tarragona

Este pasado jueves ocurrió una gran desgracia. Ocurrió de madrugada, cuando la negrura es intensa y parece que la luz nunca vaya a volver a salir. Una persona decidió que ya no aguantaba más, que no podía más, que la vida era demasiado dura y que no había ninguna salida por donde poder seguir viviendo. Ese hombre había hecho una figura de cerámica. Era una composición en la cual una figura humana, de cara a la pared, intentaba salir a través de esa pared y aunque a varios de los lados del laberinto había salidas, él no las veía. Así, se retrató a sí mismo. Me regaló un hermoso cenicero de cerámica y fue quién encuadernó la bellísima libreta. Si estos objetos ya eran especiales, ahora son evocadores de la bellísima personalidad de un hombre, de su intensa emocionalidad, de su gran sensibilidad y de su naturaleza bondadosa. Este martes nos faltará alguien muy importante en el taller. Creo que lloraremos todos. Hoy ya he derramado mis lágrimas. Quiero escribir algo que sea para él, exclusivamente para él. No sé si lo conseguiré. Es mucha la emoción que me invade. Por lo menos vayan estas palabras, estas pequeñas palabras en su memoria.