domingo, 10 de julio de 2016

Hay un aurora

Hay una aurora que persiste en ser aurora. Hay un camino que se abre al alba, que tiene un olor a espliego y que incide en las amapolas.
Mi niño, te nombro entre el barro, en los lodazales me quedo con el agua, y en ella permanezco.
Tú eres mi oro y mi consigna, la solidez del aire, la respiración de esta piel que te concierne y que en ti se vuelve hermosa.
Los labios se callan el silencio. El amor es el beso que se espera entre los labios, la languidez de estas horas en que el corazón se duerme.
Mi hombre, los corales infinitos acompañan este mar que se riza en la costumbre. Este mar que desvanece las sombras de su fondo entre los pétalos noctámbulos de unos peces que se ciegan.
Entre los nenúfares te envuelvo con mi anillo. Las flores te lo dan y me enamoro de esas flores que te lloran, mientras los árboles me dan lo que queda de tus lágrimas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario